En el texto, Jesús le responde a la mujer “…por eso que acabas de decir, puedes irte; el demonio ha salido de tu hija…”, Jesús se permite una transformación y pone en evidencia de forma pública cómo la palabra asumida por la mujer rompe un paradigma kyriarcal, sirviendo de fuente nutricia a un mundo regido por normas sacerdotales de pureza y en donde las figuras demoniacas -representadas por la mujer y su hija- se corresponden a quienes son capaces de confrontar la injusticia, es decir, de reconocer el verdadero actuar de Dios.