Dios está entre las personas contagiadas, caminando en los pasillos de hospitales, visitando salas Covid-19. En las casas de las familias aisladas, en las puertas, en las cercas o los muros.
Definitivamente, Dios está en el metro y medio de distanciamiento, en la barrera que define la solidaridad, la que define los actos de sanación, la barrera que provoca el más allá durante y después de la pandemia. Sin duda, Dios ha encarnado esta pandemia.