La tradición bíblica carga ciertas memorias de crítica y denuncia de estos sistemas de explotación y violencia. Uno de los retratos más amargos de esta sistemática opresión la encontramos en pasajes como Job 24.11, que dice: “los pobres muelen aceitunas para sacar aceite y exprimen uvas para hacer vino, mientras mueren de sed” (TLA). En otras palabras, el texto cuestiona la cruenta realidad vivida por un amplio sector del pueblo, cuya vida es consumida en función del lujo de unos pocos. La crítica aquí es contundente: la realidad opresiva es contraria a la voluntad divina. El texto no es únicamente espejo de la realidad, sino su implacable juez.