Así como se dijo en la despedida del congreso, esperamos que tantas voces que han debatido y generado conversación durante estos días puedan dar fe de que las posturas cerradas sobre sí mismas, que no escuchan al otro/a ni intentan acercarse a la diferencia, deben ser acompañadas desde la cercanía vital y no contrapuestas como si de una guerra se tratara. No corresponde al Evangelio, ni al mensaje siempre abierto a la escucha, las propuestas que invisibilizan y denigran las diversas formas de vida y de pensamiento o que generan muerte y sufrimiento. Creemos que la polifonía de métodos exegéticos, la pluralidad de aproximaciones hermenéuticas y de perspectivas teológicas, es decir, esta multiplicidad de “palabras”, nos acercan a la inagotable riqueza de la “Palabra” puesta de manifiesto en la vida concreta de los pueblos.
Francisco fue un radical, sí. En este sentido su vuelta al Vaticano II fue un retorno al Evangelio sin más. Por supuesto que esta propuesta asustó a muchos, en particular a quienes entienden la Iglesia como garante de una "doctrina monolítica", por lo que dejó claro desde el inicio de su pontificado cómo el Evangelio posee una riqueza que no se agota en la diversidad de líneas de pensamiento dentro de la comunidad de fe [3]. Hizo suya una actitud muy propia de los orígenes del movimiento de Jesús: no se trata de uniformidad, sino de unidad para el diálogo en la diversidad (Hechos 15 como modelo sinodal).
Comentario al evangelio del Domingo de Pascua de Resurrección (Jn 20,1-9)
Comentario al evangelio de la Misa Vespertina In Cœna Domini (Jn 13,1-15)