El Seminario Integrado
[1], es el corazón del programa de licenciatura de la Universidad Bíblica Latinoamericana y para el año 2021 aborda la temática “Justicia Climática: Escuchando los gritos de la creación”.
El cambio climático tiene diferentes impactos en las comunidades humanas. Los grupos menos responsables por la producción de las emisiones de gases invernaderos y la explotación de los recursos naturales sufren las peores consecuencias.
En el marco del Seminario Integrado 2021 el pasado martes iniciamos nuestro Ciclo de Conversatorio sobre Justicia Climática con el tema “Monocultivos y cambio climático” con la activista Erlinda Quezada del Frente Nacional de Sectores Afectados por la Producción Piñera (FRENASAPP), red de trabajo que busca articular esfuerzos en la lucha por la defensa del derecho a un ambiente sano, al agua, a la alimentación, a la vivienda adecuada y a la tierra. Además de luchar por condiciones de trabajo digno para poner fin a la explotación y al despojo de las tierras campesinas.
En este primer encuentro hablamos sobre cómo la producción de los monocultivos responde a un sistema agresivo de expansión acelerada que invade zonas protegidas; desvía, envenena y mata ríos; destruye la biodiversidad y los ecosistemas; y daña las tierras que producen de alimentos como la yuca, el maíz y otros.
Si bien las divisas de exportación que se generan para el país son muy altas estos beneficios no llegan a las comunidades. Los bajos salarios, la inestabilidad laboral, el incumplimiento de derechos laborales, los contratos a corto plazo, las pésimas condiciones de trabajo y los daños a la salud física, psicológica y emocional de todos los miembros de la familia no permiten el desarrollo de estas comunidades.
La pandemia ha agudizado mucho más la crítica situación de las y los trabajadores y sus familias. El confinamiento de grupos grandes en espacios reducidos, la falta de equipo necesario para mantener las medidas sanitarias y el desplazamiento en busca de trabajo provocaron un gran número de contagios. Un dato irónico es que mientras la pandemia golpea al pequeño agricultor y a las y los obreros, las grandes plantaciones de piña no han parado de exportar y expandirse.
Cerrar las piñeras no terminará con el problema ya que estas representan el sustento de muchas familias. Sin embargo, podemos hacer cambios sobre nuestras formas de consumo, tomando en cuenta el origen de nuestros alimentos, cómo se producen, quiénes lo producen y cómo llegan hasta nuestras cocinas.
Puedes encontrar más información sobre estos y otros temas en la presentación de la activista Erlinda Quezada en el conversatorio “Monocultivos y cambio climático”.