Brasília, Brasil –23 de julio de 2025. En un encuentro sin precedentes, líderes de fe de América Latina y el Caribe se reunieron con Marina Silva, Ministra del Medio Ambiente de Brasil, para expresar su compromiso ético con la acción climática y exigir a los gobiernos del mundo que cumplan con los compromisos del Acuerdo de París en la próxima COP30, que se celebrará en Belém do Pará.
Convocada por la Red de Fe por la Justicia Climática: Abya Yala, Latinoamérica y el Caribe (ReDeFeJC) y la Red Ecuménica, la reunión destacó el papel clave de las organizaciones religiosas y movimientos espirituales como actores de cambio en el contexto crítico de la emergencia climática. “Las decisiones ya están tomadas. Lo que falta ahora es implementarlas”, afirmó la ministra Silva, quien compartió su visión de una cumbre centrada en la ejecución de políticas concretas.
Las redes participantes representan iniciativas interreligiosas, ecuménicas e interculturales comprometidas con una visión de justicia climática que reconoce la vida como sagrada. En el encuentro, remarcaron que las comunidades de fe están presentes en todos los territorios y poseen una capacidad única para movilizar conciencias, denunciar la incoherencia política y exigir justicia socioambiental.
"Nuestro rol no es solo espiritual. También es político, ético y cultural", dijo Isabel Pereira (ISER), una de las voceras del grupo. Entre los temas centrales estuvo el impulso del Balance Ético Global, un mecanismo ciudadano e interreligioso que busca evaluar el cumplimiento de los compromisos climáticos no solo desde cifras técnicas, sino desde la ética, la equidad y la espiritualidad.
Según Marina Silva, la COP30 debe marcar un punto de inflexión. “Ya hay consensos globales sobre limitar el calentamiento a 1.5°C, triplicar la energía renovable, poner fin a la deforestación y a los combustibles fósiles. Pero si no hay acciones reales, serán promesas vacías”, afirmó.
La ministra detalló que la sociedad civil tendrá un papel activo en los eventos previos a la COP. Entre ellos se mencionaron el Tapirí interreligioso, el Diálogo de Talanoa, y una gran vigilia ecuménica, previstos para noviembre en Belém.
La ministra explicó que el Balance Ético Global, impulsado por actores sociales con respaldo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el secretario general de la ONU, António Guterres, servirá como insumo para presionar éticamente a los negociadores.
Durante el encuentro los grupos de fe compartieron el deseo de incidir eficazmente en los gobiernos, evitar que la COP30 sea dominada por una lógica técnico-económica, y abrir un espacio a la ética del cuidado y solidaridad.
Silva respondió reconociendo las contradicciones dentro de los propios gobiernos, incluida la explotación de combustibles fósiles pese a sus graves impactos ambientales. “La sociedad debe mostrar sus prioridades. Las comunidades religiosas tienen el poder de confrontar la desinformación y movilizar una conciencia ética global”, dijo, pidiendo oraciones explícitas para que la COP no quede “sin frutos”.
Uno de los conceptos que resonó con fuerza fue el de la “vergüenza ética”: la necesidad de visibilizar públicamente las incoherencias entre los discursos oficiales y las acciones reales de los gobiernos. “No basta con la indignación. Necesitamos articular una vigilancia ética colectiva, nutrida de espiritualidad, ciencia y datos concretos”.
Quienes participaron propusieron, además, formar personas-puente desde las comunidades religiosas que puedan actuar como facilitadoras entre la ciudadanía y los equipos negociadores de cada país. El Colectivo Bambú, miembro de la Red, estará publicando materiales eco-teológicos para uso en las congregaciones de fe y en preparación a la COP30.
La reunión concluyó con una emotiva oración interreligiosa en la que se pidió sabiduría, valentía y discernimiento para las delegaciones que asistirán a la COP30. Se recordaron figuras mártires de la causa ambiental, como Chico Mendes, Dorothy Stang, Berta Cáceres y se invocó un espíritu de unidad frente a la crisis climática.
“La fe no es neutral ante la injusticia”, expresaron, e hicieron un llamado a que la COP30 sea “un Belém del cambio, un Pentecostés y no una torre de Babel de intereses cruzados”.

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