Como luterana, la Reforma tiene un gran significado. En Alemania, de donde vengo, el Día de la Reforma es festivo en algunas partes del país. En mi congregación se celebraba la Church Night (Noche de la Iglesia) el mismo día. Se trata de un servicio nocturno para jóvenes donde, además del servicio, hay actividades interesantes y una reunión relajado. Lutero, sin duda, lo habría disfrutado: celebrar la palabra de Dios en comunidad y en un idioma que todas las personas entendíeran.
Lutero con la Reforma buscaba que todas las personas pudiera participar en un servicio religioso comprensible, sin miedo al purgatorio y con la liberta de rendir cuentas solo a Dios. Hace más de 500 años, el 31 de octubre de 1517, Lutero clavó sus 95 tesis en la Iglesia del Castillo de Wittenberg. En ellas criticaba principalmente la venta de indulgencias. En aquel entonces, la Iglesia ofrecía la posibilidad de comprar la liberación de los pecados. En sus tesis contra la venta de indulgencias, Lutero escribió que ni el papa ni un sacerdote pueden perdonar los pecados, sino solo Dios. Las personas creyentes podían encontrar el perdón mediante la oración a Dios y no necesitan comprar indulgencias para ello. Solo la fe (sola fide) es importante para una relación estable con Dios. Mediante la fe en Dios, nuestros pecados ya están perdonados.
En aquella época, la Iglesia enseñaba que las personas debían contribuir a su salvación con sus propios esfuerzos, es decir, mediante la oración, las indulgencias o las peregrinaciones. Lutero lo negaba. Según él, nadie puede ganarse el cielo por sus propios meritos, buenas obras o conducta piadosa. La salvación (redención) es un don de Dios que las personas no pueden comprar ni ganar. Dios perdona los pecados por puro amor y misericordia, es decir, por gracia (sola gratia).
Al principio de mi texto mencioné que a Lutero le habría gustado que los jóvenes celebraran un servicio religioso que comprendieran. Para él, era importante que todas las personas, independientemente de su origen, pudieran comprender las Escrituras. En aquella época, la Biblia, además de los idiomas originales -el griego y el hebreo-, solo existía en latín. Este idioma solo podía ser comprendido por eruditos eclesiásticos, como sacerdotes y monjes; la gente común no. Por lo tanto, Lutero tradujo la Biblia al alemán. La primera Biblia alemana se publicó en Wittenberg en 1534. Para Lutero era fundamental que los creyentes tomaran la Biblia como su único criterio (sola scriptura). La Reforma de Lutero finalmente condujo a un cisma en la iglesia, aunque él no lo pretendía; simplemente quería reformarla.
Como luterana, la Reforma significa, sobre todo, liberación. Sé que Dios me acepta como creyete. No tengo que lograr nada; puedo llegar tal como soy. Esta confianza me libera de la presión de tener que hacer méritos ante Dios. La mirada que Dios tiene sobre mí no me juzga, sino que está llena de amor. Al mismo tiempo, quiero superar las divisiones que surgieron durante la Reforma y que aún persisten. Creo que, a pesar de sus diferentes tradiciones y divisiones, las iglesias cristianas deben mantenerse unidas, especialmente hoy, cuando la iglesia pierde cada vez más miembros. Tenemos diferentes orígenes y perspectivas, pero creemos en el mismo Dios y en la misma Escritura. Mi esperanza para hoy es que las diferencias puedan superarse y que los creyentes puedan centrarse en lo que tienen en común. Como aquí en la UBL, donde personas de diferentes denominaciones estudian teología juntas. Lo encuentro muy enriquecedor y estoy muy agradecida por ello.