La economía pagará sus deudas con la vida de los empobrecidos, la esclavitud de toda la vida encontrará nuevas víctimas y nuevas formas de reclamar lo que cree que es suyo.
En América Latina son rehenes de un sistema que los exprime y luego los recicla para sacarles el mayor provecho. La mayoría de estos, a su corta edad, ya conocen la miseria. Ellos son los incomprendidos, los invisibles de la historia; mujeres y hombres pequeños que sueñan, que creen y aman en medio de la basura, la muerte y el dolor.
Considerados seres pasivos y de recepción se han vendido y matado sus sueños. Sus historias se tejen muchas veces con finales sin respuestas. Estos niños y niñas, olvidados por el Estado, la iglesia y la familia sobreviven en medio de pandemias, hambres y guerras.
La ventana abierta de la historia, a pesar de ocultar sus miserias, nos ha dejado ver que en medio de la lucha por sobrevivir, estos niños y niñas no le desean este mal a nadie, y en las pocas oportunidades que encuentran, levantan su voz y claman por vida.
¡Escuchemos sus voces!