La sonrisa del profeta

jueves, 24 de marzo de 2022

El Dios de la vida y su Cristo liberador no están en la falsa religión del poder, sino con los más pequeños y pequeñas.

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En el año 2022 conmemoramos la vida y obra del profeta, mártir y santo, Monseñor Romero. Su voz no se apaga al pasar de los años, al contrario, es cada vez más pertinente en una América Latina marcada por el tardocapitalismo, regímenes autoritarios, crisis climáticas y ambientales, así como migraciones y el deterioro de los derechos humanos. 

La voz de un profeta es la fuerza del Espíritu del Señor de la historia que se revela en el clamor de los pueblos crucificados, como dijo el propio profeta Romero:

 

Estas homilías quieren ser la voz de este pueblo, quieren ser la voz de los que no tienen voz.[1]

Su martirio fue perpetrado un 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba una misa en la Iglesia Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador. La bala llevaba el nombre del dios Moloc, la cual, no solo traspasó el pecho del mártir, sino el corazón de todo un pueblo que sufría la crueldad de una cruenta represión militar y paramilitar.   

Desde el asesinato de su amigo Rutilio Grande asumió la causa del campesinado, de la población pobre y reprimida, opción que le llevó a la muerte. Es revelador el parecido entre Juan el Bautista y Jesús de Nazaret: a la muerte del profeta bautista, Jesús de Nazaret asume el proyecto del reino de Dios y finalmente es también asesinado por los poderes opresores de su época.  

Para Monseñor Romero Dios es el Dios de la vida, de los pobres y humildes. En una ocasión dijo:

Dios es Dios de nuestro pueblo, el que va con nuestros signos, el que va con nuestras guerras y luchas, el que va con el pueblo en sus justas reivindicaciones… ¡El Dios de los (y las[2]) humildes! (p, 53)

El Dios de Jesucristo es el Dios de la opción preferencial por los y las pobres, mientras que Moloc es el dios o ídolo que exige víctimas sacrificiales como el capitalismo, así como ídolos son los baales de nuestro tiempo expresados en el poder y el dinero. (p, 57)

La Cristología de Monseñor Romero es laocrática, o sea, Cristo vive en su pueblo. En el sermón del 25 de diciembre de 1977 Romero con agudeza afirmó:

 

Y cuando sentimos que en el pueblo hay un consenso, hay una alegría, hay un amor, hay unidad, decimos nosotros: esto no puede ser otra cosa que la palabra de Dios que habla, es Cristo que vive en su pueblo. (p, 64)

El Dios de la vida y su Cristo liberador no están en la falsa religión del poder, sino con los más pequeños y pequeñas: ¡Cristo está presente en los pequeñitos y pequeñitas!: Y solamente el servicio a los más pequeñitos, los pobres, podemos ser verdaderos seguidores de Jesús. (p, 60) 
Monseñor Romero es un profeta fuerte y a la vez compasivo, a imagen de Jesús de Nazaret. Integra la inaplazable fuerza de la palabra destructora de ídolos, así como la ternura de Dos para con su pueblo. La compasión es ponerse en la piel de todas aquellas personas empobrecidas, violentadas y reducidas a desecho humano:

 

Es Cristo el hombre (y la mujer) necesitado, el hombre (y la mujer) torturado, el hombre (y la mujer) prisionero, el asesinado (y asesinada) (p, 59)

América Latina pasa diferentes crisis por lo que es necesario recobrar la memoria de los y las profetas luchadores por la justicia climática y ambiental, recobrar las voces de los pueblos indígenas y campesinado que se les niega la palabra y la tierra; profetas que denuncien las injusticias y que anuncien que ya, aquí y ahora, la salvación se encuentra en los hombres y mujeres de buena voluntad que han aprendido a sonreír.

Dios sonríe y Monseñor Romero sonrió con él; los pueblos hemos aprendido a sonreír como gesto de resistencia, de construcción de comunidades y de respuesta amorosa a la sonrisa de Dios:  

 

Dios no es un Dios triste, Dios es un Dios fiesta, Dios festín, Dios alegría. 
Este pueblo aprenderá a sonreír (…) Cuando se realice una verdadera transformación.
La alegría debe dar ánimo y debe ser impulso de acción en el hombre (y la mujer) (p, 244)

 
[1] Todas las referencias a las homilías de Monseñor Romero en este texto son tomadas del libro: Equipo Maíz, Monseñor Romero. El pueblo es mi profeta. (San Salvador: Equipo de Educación Maíz, 1994)
[2] Se integra entre paréntesis palabras que aporten a un lenguaje inclusivo, aunque en el texto original no se haya tenido en consideración. 

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