En los últimos meses una palabra clave ha estado en boca de todos en Europa "giro de los tiempos". Esto es lo que hemos escuchado una y otra vez en boca de los políticos y en los medios de comunicación. Algo ha cambiado fundamentalmente en la percepción de nuestro mundo, en nuestro pensamiento y en nuestras acciones. Hasta ahora teníamos la sensación de que los grandes conflictos del mundo con y sin armas, donde hay millones de niñas y niños hambrientos, gente que huye con lo mínimo en una pequeña mochila, ciudades inundadas y casas quemadas, queda muy lejos. Lo vimos en la televisión y nos afectó, pero eso fue todo.
Luego vino la guerra de Rusia contra Ucrania y de repente todo es diferente. Este giro de los tiempos nos genera preocupaciones y miedo, porque no solo Europa se ve afectado. En Latinoamérica el precio de la gasolina ha subido, las importaciones son cada vez más difíciles y sobre todo más caras, el hambre se desata en África y hay escasez de grano procedente de Ucrania. Los temores sobre los suministros y el futuro son cada vez más fuertes. La sensación de que las cosas no pueden seguir así y que algo tiene que cambiar crece. El cambio climático también es cada vez más notorio, las semanas de lluvias y tormentas en Costa Rica generan un ambiente inquietante.
¡El giro de los tiempos!, ahora tenemos que repensar en comunidad, en colectivo e individualmente. Un cambio significa adoptar un nuevo estilo de vida que sea compatible con nuestros semejantes y el medio ambiente. Salvar el planeta podría ser el lema.
Estos trastornos son inquietantes, lo que antes era estable y seguro, que ni siquiera pensábamos en ello, de repente se vuelve frágil y poroso. En este contexto el anhelante deseo de seguridad y estabilidad, se expresa, según el salmista como el alma sedienta, precisamente esta imagen es la que sentimos ahora en este giro del tiempo.
El salmista en la búsqueda de un lugar donde expresar su miedo y anhelo, desprotegido y débil, ha encontrado un lugar con Dios en la oración, un lugar fiable en medio de la confusión e incertidumbre. Como para el salmista encontrar este lugar puede ayudarnos a apaciguar los problemas y las inquietudes.
Estos tres pasos pueden ayudarte a encontrar cierta tranquilidad:
Paso uno.
Siento en mi alma: ¿Qué me asusta?, ¿qué es lo que me agobia? Quiero admitirlo y hacerme consciente de ello.
Paso dos.
En voz alta digo lo que me agobia y me da miedo: Dios, quiero decirte esto...
La conversación con Dios no es una lista de deseos infantiles, sino una toma de conciencia de lo que me preocupa, pero desde una nueva perspectiva ¿Qué diría Dios sobre esto?, ¿qué diría Dios sobre nuestro mundo?
Paso tres.
Percibo el cambio y la paz en mi alma: No tengo soluciones para todo, pero estoy dispuesta/o a cambiar y a comprometerme con una forma de vida diferente. Confío en que no estoy solo/la en esto porque siento a Dios profundamente conmigo, lo siento en mi alma. Esto nos ayuda a resistir y a luchar contra las inseguridades.
En este plan de tres pasos podemos encontrar estabilidad y confianza en el giro de los tiempos.
Oración
Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser.
Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?
Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo esto y me deshago en llanto:
yo solía ir con la multitud, y la conducía a la casa de Dios.
Entre voces de alegría y acciones de gracias hacíamos una gran celebración.
¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!
Me siento sumamente angustiado; por eso, mi Dios, pienso en ti. ...
Y le digo a Dios, a mi Roca: «¿Por qué me has olvidado?
¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo?» ...
¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!
Salmo 42