Dios se encuentra en medio de este entorno - no elevado por encima de él como un observador silencioso, ni mística y espiritualmente por debajo de él en nuestros sentimientos. Dios no permanece impasible ante esta historia humana. Él es tocado, amenazado, desafiado y atacado en este niño desde el primer hasta el último aliento, desde la cuna hasta la cruz.
La resurrección es la gran promesa para nuestras vidas. Lo inamovible no tiene por qué permanecer. Nada tiene que permanecer como es. Las reglas rígidas que se nos imponen desde fuera o que quizá incluso nos imponemos a nosotros mismos una y otra vez pueden romperse. Ni siquiera la muerte tiene la última palabra. Contra toda apariencia, la vida continúa. ¡Eso es la resurrección!
El buen samaritano ayuda sin esperar nada a cambio, esta acción crea algo muy especial, Llamémoslo "la red de la caridad". En esta red nada se pierde, nada es en vano porque todo se hace con amor.
El salmista en la búsqueda de un lugar donde expresar su miedo y anhelo: desprotegido y débil, sin disimular, ha encontrado un lugar con Dios, en la oración. Ha encontrado un lugar fiable en toda la confusión e incertidumbre. Esto también puede ayudarnos en estos tiempos de problemas e inquietudes.
Jesús se pone del lado del corazón cuando dice "una hermosa acción que esta mujer ha hecho por mí. Una mujer que tiene amor y simplemente lo muestra, sin disimulo, un amor auténtico sin importar lo que los demás puedan pensar".
Se puede concluir que existe un puente natural entre los actores de los movimientos sociales y culturales que buscan en el presente un nuevo horizonte de derechos para los seres humanos, el medio ambiente, el planeta entero y la vida de las futuras generaciones y los miembros de las iglesias que impactan la conciencia pública con los valores de la gran utopía del Reino de Dios, el reino de una vida humana de dignidad y una vida cósmica de justicia, armonía y paz.
Lo que queda, que no es un consuelo menor, es saber a Dios del lado de los sufrientes y tener la esperanza de un futuro para ellos y ellas.
La cruz se convierte en árbol de vida cuando reconocemos este Espíritu del Resucitado entre nosotros. Por eso, la cruz se hace un símbolo de la vida en solidaridad, esperanza y amor.