Dentro de pocas semanas estaremos celebrando nuestra Cátedra de Teología Latinoamericana “Juan A. Mackay”. En esta ocasión, nos preguntaremos por los aportes y los desafíos que la teología latinoamericana de la liberación nos ofrece de cara a las luchas sociales en la región, en esta tercera década del siglo XXI. También estaremos explorando las implicaciones de este movimiento para nuestro quehacer en la educación teológica hoy.
¿Por qué estamos dedicando este espacio de reflexión sobre las necesidades actuales a la memoria de un teólogo del siglo pasado que no nació en América Latina? Juan A. Mackay (1889-1983) llegó a Perú como misionero de la Iglesia Libre de Escocia en 1916, solamente seis años después de la revolución mexicana. Allí se encontró con una región en movimiento y conoció a líderes políticos y movimientos sociales que proponían cambios radicales en las sociedades. Salió de América Latina en 1932 para asumir el puesto como secretario para América Latina y África de la Junta de Misiones en el Extranjero de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos. Aun así, mantuvo sus conexiones con la región cuando fue electo presidente del Seminario Teológico de Princeton en 1936.
Su tiempo en Perú marcó profundamente la visión teológica que expuso en sus libros, varios de los cuales fueron publicados en español y distribuidos ampliamente. Mackay esperaba que los movimientos revolucionarios transformaran las sociedades latinoamericanas. También tenía la expectativa de que los grupos cristianos iban a involucrarse en estas luchas. En esta postura encontramos una visión teológica que preparó camino para el desarrollo y la recepción de la teología latinoamericana cuando surgió a finales de los años sesenta.
Mackay insistía en la necesidad de hacer teología no del balcón, sino en el camino, el espacio donde mujeres y hombres luchan en forma colectiva por una vida mejor. Es un lugar de acción y peregrinaje, pero también del peligro, donde la reflexión teológica nace cuando se enfrentan conflictos. Además, es el lugar desde donde hay que leer las Escrituras. Igual que las personas que empezaron a escribir sobre una teología de liberación para América Latina, Mackay tenía muy claro que la teología es un segundo paso. El primer paso, según Mackay, es la entrega a la causa de la justicia. Dicha entrega no es suficiente para garantizar una buena teología, pero es indispensable.
En 1961, Mackay vino al Seminario Bíblico Latinoamericano para ofrecer una serie de conferencias sobre la realidad del cristianismo en aquel momento. Seguimos preguntándonos por la realidad de las comunidades de fe y de las luchas sociales en la región. En estos momentos, los caminos de Perú están llenos de grupos de campesinos y trabajadores de la región andina avanzando hacia la capital para exigir un gobierno que responda a sus demandas por representación y una vida digna. Mackay sigue recordándonos que la teología hay que hacerla en el camino.