PRONUNCIAMIENTO DE LAS COMUNIDADES DE FE E IGLESIAS CRISTIANAS INCLUSIVAS HACIA LAS PERSONAS LGBTIQA+ PRESENTES EN COSTA RICA, A FAVOR DEL PROYECTO DE LEY 20.970:
"LEY PARA PROHIBIR TODAS AQUELLAS "TERAPIAS" DIRIGIDAS A REVERTIR O MODIFICAR CON FINES DE PRETENDIDA "CURACIÓN" LA ORIENTACIÓN SEXUAL DE LAS PERSONAS LGBTIQA+
Las comunidades de fe e iglesias cristianas presentes en Costa Rica que mantienen una postura de acogida y de inclusión plena hacia las personas LGBTIQA+ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Intersex, Queer, Asexuales y otras diversidades sexogenéricas) expresamos nuestro apoyo al proyecto de Ley 20.970 que prohíbe todas aquellas prácticas mal llamadas “terapias” de conversión o reparativas, orientadas a modificar la orientación sexual, la identidad de género o la expresión de género de una persona.
Considerando que, como comunidades de fe e iglesias cristianas inclusivas:
1. Creemos que Dios ha creado a toda persona a su imagen y semejanza y que todo lo que Dios ha creado “es bueno en gran manera” (Génesis 1;26; 1;31, Carta a los Colosenses 1;16, Job 34;19).
2. Creemos que, en Jesucristo, Dios ama incondicionalmente a todo ser humano, sin hacer acepción o diferencia entre las personas (1 Juan 4;10, Romanos 5;8, Juan 13;1, Salmo 36;7, Hechos de los Apóstoles 10;34, Carta a los Romanos 2;11, Carta a los Gálatas 2;6, Carta a los Efesios 6;9, Santiago 2;1).
3. Creemos que, en función del sacramento del bautismo, la persona que ha sido bautizada viene a formar parte de la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo y el Pueblo de Dios, por lo tanto, tiene derecho a vivenciar su fe cristiana plenamente, individual y colectivamente, sin exclusiones ni discriminaciones (1 Carta a los Corintios 12;13-18, Carta a los Efesios 2;13-22).
4. Creemos que, durante su ministerio, Jesús predicó y realizó acciones a favor de las personas estigmatizadas, excluidas, discriminadas y violentadas por los sistemas sociales, religiosos y políticos de su tiempo y entorno (personas extranjeras, con distintas enfermedades y discapacidades, personas enfermas de lepra, mujeres, niñas y niños, esclavos) (Mateo 19;13-15, Lucas 7;1-10, Lucas 17;11-19, Lucas 10;38-42, Marcos 5;21-43, Marcos 7;24-30, Hechos 5;12-16). Hoy, las iglesias y comunidades de fe, siguiendo el ejemplo de Jesús, deben abrazar, acoger y dignificar a quienes los sistemas socioeconómicos, políticos y religiosos actuales excluyen, discriminan y violentan (Santiago 2;1).
5. Reconocemos que, desde una perspectiva religiosa judeocristiana, las visiones negativas acerca de la diversidad sexual y de las personas LGBTIQA+, surgen de lecturas e interpretaciones fundamentalistas, literalistas y descontextualizadas cultural e históricamente de pasajes de la Biblia. En este sentido, consideramos que la clave para la lectura e interpretación de las Escrituras debe ser Jesucristo y su obra salvadora misericordiosa en favor del género humano, especialmente los grupos más vulnerables.
6. Reconocemos que, históricamente y de manera lamentable, los discursos religiosos han sido instrumentalizados por muchas instituciones religiosas y sociales para estigmatizar, violentar, discriminar y condenar a las personas, en función de su género, su origen étnico, su color de piel, sus creencias y prácticas religiosas, su estado civil, la zurdera, su orientación sexual, identidad o expresión de género, entre otras características humanas.
7. Afirmamos que el discurso religioso debe promover el respeto a la dignidad de todo ser humano, así como a todos sus derechos humanos; de igual manera, debe potenciar el desarrollo pleno, la salud y el bienestar de toda persona, en concordancia con las palabras de Aquel que dijo “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Evangelio de Juan 10;10). Antes bien, el discurso religioso no debe ser instrumentalizado por líderes, organizaciones o instituciones religiosas para estigmatizar, segregar, excluir, discriminar, violentar o condenar a las personas en función de su orientación sexual, identidad de género o expresión de género.