La violencia basada en género en todas sus expresiones -desde el feminicidio hasta la violencia simbólica- se sostiene en modelos de masculinidad hegemónica y, a veces, tóxica. En la Biblia hebrea encontramos ejemplos que proponen una masculinidad diferente, no violenta y liberadora.
José ha sido víctima de un
“pecado capital” cometido por sus hermanos mayores, un acto que nos separa completamente de Dios. Un intento de fratricidio y el tráfico de personas mediante la venta de su hermano como esclavo al extranjero. Los hermanos actuaron con plena consciencia de la maldad y la cometieron con propósito. En el texto, José recuerda esta historia con las siguientes palabras:
"Ustedes pensaron hacerme mal", "maldad" y "pecado".
El último capítulo de Génesis aparece titulado en la Biblia Reina-Valera como
“Muerte de José”, mientras que en la traducción de Martín Lutero se titula
“La nobleza de José”. Aquí se propone que dicha
“nobleza” consiste precisamente en una masculinidad no violenta que desafía estereotipos culturales sexistas y machistas.
Los diez hermanos mayores recurren a una nueva mentira, diciendo que su padre había pedido a José que los perdonara. ¿Cómo reaccionar ante esto? Hay varias opciones: algunos hubieran huido, otros hubieran gritado con ira y rabia. José llora, la escena es significativa porque representa una de las pocas veces en la Biblia en la que un varón muestra abiertamente sus sentimientos. Luego, los hermanos se arrodillan ante él y le dicen “somos tus siervos”. Ellos siguen atrapados en el esquema patriarcal y señorial, y piensan
“vamos a abuenar[1] todo, al ser sumisos ante ti”. Pero José piensa diferente, gracias a Dios. No los quiere como peones; los quiere como hermanos. Ellos cargan con una culpa terrible, pero él decide empoderarlos:
«No tengan miedo. ¿Acaso estoy en lugar de Dios? Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que es darle vida a mucha gente. Así que no tengan miedo. Yo les daré de comer a ustedes y a sus hijos.»
José renuncia a un rol machista y patriarcal. Renuncia a toda forma de violencia -física, psicológica, patrimonial o simbólica-. No les riñe, no saca su ira, no les habla con rabia. Es posible que él mismo haya experimentado esas emociones durante sus años en la prisión, pero no las convierte en castigo. José perdona sin negar lo que ha pasado.
José renuncia al rol de juez y no condena la culpa de sus hermanos. Expresa que este rol solamente le corresponde a Dios, preguntando:
“¿Acaso estoy en el lugar de Dios?”.
José es humilde, no se vanagloria ni se pavonea. Él podría llenarse de orgullo por haber pasado de ser un esclavo y reo condenado a ser el primer ministro y asesor del Faraón. Podría atribuir su ascenso a su propia astucia. Sin embargo, simplemente afirma:
“Dios cambió todo para bien”. La humildad es una característica de una masculinidad no tóxica.
José asume un rol de cuidado, da de comer a sus hermanos y a sus familias, les consuela y les habla con cariño. Él pone en el centro tareas asociadas tradicionalmente a las mujeres, como la alimentación y el consuelo, antes que del poder. En este actuar rompe con el estereotipo del “macho” y asume un rol de ternura. Su poder es de tipo generador, es poder “en” sí mismo, y “para” su familia. En ningún momento ejerce un poder degenerativo, que destruye la autonomía de los otros, sus hermanos.
José mira al futuro y no se aferra al pasado. Dice que todo esto sucede:
“para preservar la vida de un gran pueblo”. La masculinidad liberadora de José abre el camino para la alianza de Dios con su pueblo y permite su ingreso como patriarca en el primer testamento y al reino de Dios.
BIBLIOGRAFÍA
Kahane, Adam. (2010)
Power_and_Love – A theory and practice of social change. Internet Archive Python library
Tilllich, Paul. (1954)
Love, Power, and Justice: Ontological Analyses and Ethical Applications. Oxford University Press
[1] En Bolivia, "abuenar" significa
reconciliarse o calmar a alguien que siente enojo o disgusto.