La UBL lamenta la partida del Padre y Maestro Gustavo Gutiérrez, cuya obra y trabajo ha marcado la trayectoria teológica de muchas personas, iglesias e instituciones en América Latina y el mundo durante las últimas décadas. Celebramos, a la vez, su legado. Para el Seminario Bíblico Latinoamericano – Universidad Bíblica Latinoamericana, su obra y la de quienes le acompañaron y siguieron fue decisiva para el rumbo de la institución y su compromiso con las personas y grupos marginalizados y excluidos en nuestras sociedades. Nos solidarizamos con sus familiares, seres queridos, con el Centro Bartolomé de las Casas y las demás organizaciones donde quedó su huella. Nos despedimos del Padre Gustavo Gutiérrez, pero su obra y legado permanecen en medio nuestro y entre quienes, alrededor del mundo, han sido impactados y desafiados por él.
El sacerdote y teólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino, nació en la ciudad de Lima un 8 de junio de 1928. Estudió Medicina y Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para luego realizar estudios teológicos en Lovaina (Bélgica) y Lyon (Francia). Ha sido uno de los principales representantes de la Teología de la Liberación, misma que influyó en el quehacer teológico no únicamente en América Latina sino también en África, Asia, Europa y Norteamérica. Dictó cátedras en las universidades de Michigan, Montreal, Harvard, Comillas, Berkeley, Sao Paulo y Tokio; como también en seminarios e instituciones teológicas como el Union Theological Seminary (EEUU), Comunidad Teológica Wenceslao Bahamonde (CBT, Perú) y Claremont School of Theology (EEUU), entre muchas otras.
Sus muchos libros y artículos han sido traducidos a varios idiomas. Entre estos destacan: Líneas pastorales de la Iglesia en América Latina; Teología de la Liberación: Perspectivas; La fuerza histórica de los pobres; Beber en su propio pozo; En el itinerario espiritual de un pueblo; Hablar de Dios desde el sufrimiento del Inocente. Una reflexión sobre el libro de Job; Dios o el oro de las Indias; De Medellín a Aparecida. Artículos reunidos. A los 50 años de la Conferencia episcopal latinoamericana de Medellín, entre muchos otros.
Su manera de hacer teología nos ayudó, como teólogos y teólogas, a ver a la teología no sólo como una ciencia del recuerdo (Biblia y tradición), sino como una reflexión que parte desde las personas anónimas de nuestro continente. A personas como Gertrudis, la kurku quechua, “que igual que ángel canta” y Henrique Pereira Nieto, sacerdote brasileño torturado y asesinado el 27 de mayo de 1969, Gutiérrez dedicó su obra Teología de la Liberación – Perspectivas (1971), como aparece en la introducción de su libro.
Si pudiésemos resumir su propuesta en una sola fórmula, sería hacer una teología que parte desde una opción preferencial por los pobres. Una teología que no se limita a lo metafísico ni sacraliza la realidad como algo absoluto e inmutable, sino que desenmascara el pecado estructural y busca transformar la realidad.
Algunas de sus frases relevantes:
“Ser cristiano es ser testigo de la resurrección de Jesús y significa también superar la pobreza que es muerte y algo inhumano, contrario a la voluntad de Dios. Si la pobreza es contraria a la voluntad de Dios, luchar contra la pobreza es una forma de decir sí al reino de Dios.”
“La teología no es escribir un libro y ganar un premio. Mi teología es un servicio, una hermenéutica de la esperanza, es sobre qué razones hay para esperar.”
Finalmente, a modo de testimonio, cuando le decían al padre Gustavo que la Teología de la Liberación ya había pasado de moda, él respondía: “Mientras haya pobres en el mundo, siempre tendrá vigencia la Teología de la Liberación.”
La Teología de la Liberación nos ha dejado un método que interroga constantemente la ortodoxia teológica a la luz de lo que él llamaba la “ortopraxis”. Reivindica no sólo la necesidad de que esta sea contextual (un aquí y ahora), sino también la importancia de un compromiso ético-político que toda experiencia verdadera de fe conlleva, rompiendo con un conservadurismo teológico tradicional que ve la realidad como una expresión providencial de la voluntad divina.