Tengo decenas de recuerdos de viajes marítimos, a pesar de que nunca he viajado en barco. Creo conocer personas que en verdad no conozco. Tengo una vaga noción de lo que es el mundo por las personas, los periódicos, las películas, los noticieros, pero, sobre todo, por los libros.
La literatura me ha permitido darle la vuelta al mundo sin tener que mover poco más que mis ojos.
Es por lo que encuentro en los textos un refugio para el alma. Así como los bosques y los ríos. Lamentablemente ahora se nos exige quedarnos en casa. Lo que para muchísimas personas puede ser aburrido y estresante. Yo en cambio, encuentro en este tiempo una oportunidad perfecta para precipitarme sobre las muchas páginas sin leer que yacen a mí alrededor.
La literatura nos abre las inmensas puertas a la memoria de la sociedad. Memoria histórica, artística, sexual, cultural, económica, religiosa, y todas las demás categorías que puedan agregarse. Y por supuesto, en los libros podemos encontrar también el futuro. Futuros previstos por las imaginaciones más exóticas y las mentes más cautas. Ya sea en formales investigaciones o en las novelas más pintorescas.
Ortega y Gasset afirmaba que la sociedad moderna, la sociedad democrática, es hija del libro. A mi forma de ver, la apertura a los muchísimos saberes del mundo, que trajo consigo la publicación de libros de forma sistemática, ha sido uno de los medios más importante para ejercer la libertad de expresión y de pensamiento. De esta forma, el libro, producto cultural de la sociedad moderna, se convirtió en una herramienta clave e indispensable para la construcción de un mundo más libre.
Aunque el tema que ocupa este escrito es el libro y la lectura, es inevitable resaltar que nos encontramos ante un reto ineludible. El reto de saber elegir lo que leemos. Al igual que no todo lo que está en un libro viejo es verdad, tampoco todo lo que está en Internet es verdad. Pero para poder elegir lo que vamos a leer, primero debemos saber qué es lo que necesitamos o queremos leer. Luego de esto entonces podemos tener una mejor idea de dónde buscar. Si necesitamos, por ejemplo, comida, no iremos a una tienda de ropa a buscar nuestros alimentos. Internet funciona igual. Se pueden encontrar todo tipo de tiendas, almacenes, universidades, restaurantes y también bibliotecas.
Ya sea frente a una pantalla o a una hoja de papel, la lectura permite viajar al centro de la tierra o a planetas de lejanas galaxias y vivir míticas aventuras. La magia de lo escrito no solo depende de quien lo escribe y la capacidad que ésta persona tenga para expresar sus ideas y/o sentimientos; la persona que lee también tiene que esforzarse para extraer la magia de lo que se ha escrito.
Es mediante un libro que podemos entrar en contacto con los pensamientos y emociones de personas que nunca conoceremos, personas que vivieron hace cientos de años o incluso miles.
Si es usted un lector o una lectora asidua, habrá topado ya con la suerte de leer algo que le lleva a pensar: “yo pude haber escrito esto”. La sensación de coincidir tan bien con las ideas de quien escribe, que incluso llegamos a sentir que hay cierta relación con esa persona.
Son estos algunos de los motivos por los cuales considero que, para la cuarentena lo mejor es un libro, o dos o tres, por si el primero se acaba muy rápido.