6 de mayo de 2021
“ Pues nosotr@s por el Espíritu aguardamos, por fe,
la esperanza de la justicia”
(Gálatas 5:5)
Con profundo dolor y preocupación recibimos testimonios de las iglesias en Colombia que describen un escenario nacional muy complejo con descontento social, necesidades insatisfechas de la población más vulnerable, criminalización y represión de las protestas, acción armada del Estado y de grupos no identificados contra la sociedad civil, lo cual ha causando innumerables muertes en los pasados días.
Según se nos refiere, ya hace una semana el pueblo se manifestó pacíficamente en las calles en contra de las medidas económicas del Gobierno Colombiano y se convocó a un Paro Nacional. Las legítimas manifestaciones de protesta de estos días fueron enfrentadas por las fuerzas del Estado -y por otros grupos e individuos de dudosa procedencia- desencadenando una represión violenta y desproporcionada. Especialmente en la ciudad de Cali, algunas de las manifestaciones fueron disueltas con disparos de armas de fuego ocasionando más de una docena de muertes y muchos más heridos. Sin mediar ninguna acción disuasiva, en varias oportunidades y con uso excesivo de la fuerza, las fuerzas armadas dispararon a la población y, como es de conocimiento público e internacional, también lo hicieron civiles sin ninguna identificación, quienes actuaron so pretexto de controlar las acciones vandálicas aisladas y saqueos acontecidos contra comercios en algunos barrios de la ciudad, sin distinguir entre los manifestantes pacíficos y cualquier otro grupo.
Si bien el Gobierno retiró la Reforma Tributaria que ocasionó las protestas y el Ministro de Hacienda renunció junto con su equipo económico, el descontento social crece y se suma al cúmulo de insatisfacciones de años, por lo cual las manifestaciones no han cesado. Como en tantos otros lugares, en Colombia la pauperización de diversas capas de la sociedad ha agudizado la precariedad de vida de amplios sectores de la población empobrecidos a causa de la implementación de los modelos económicos neoliberales, situación que se ha agravado con la Pandemia del Coronavirus y sus efectos en la economía y la sociedad. En medio de estecontexto la población vulnerada continúa resistiendo y exigiendo al Gobierno que abra espacios de diálogo con los sectores sociales y la sociedad civil para buscar alternativas a las dificultades que afectan a la ciudadanía.
Por eso hoy, como ya lo hemos expresado en el pasado, "denunciamos las injusticias y exhortamos a los gobernantes a servir y escuchar a los y las más débiles, a no criminalizar las protestas sociales, a respetar la vida y dignidad de a los y las que luchan -desde sus espacios públicos y de comunidad- por sociedades más justas, fortalecidas democráticamente, libres de corrupción y sensibles a las necesidades de las masas más necesitadas. Ellas y ellos, los sufridos de la sociedad, las personas desempleadas, los jubilados y ancianos y ancianas desprotegidos, los y las estudiantes que se manifiestan y enfrentan el sistema voraz que destruye y excluye, las y los martirizados y muertos: ellas y ellos son los predilectos de Dios".
Por esta razón una vez más llamamos a los gobiernos de nuestra región a asumir la tarea reivindicatoria del pueblo sufrido de América Latina y el Caribe. Y de forma especial y enfática exigimos que "que se fortalezca la democracia, que se castigue la corrupción y que se conciba el poder no como el ejercicio de una autoridad represiva y perpetradora de diferencias y de privilegios, sino como un instrumento de transformación del pequeño espacio de mundo en el cual debemos vivir juntos y construir el hogar de las futuras generaciones".
Desde el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) reconocemos la necesidad de oración y reflexión sosegada, pero también es urgente exigir que el Gobierno Colombiano promueva un diálogo amplio donde se escuche a todos los sectores, un diálogo social que genere acuerdos justos que sean implementados con verdad y justicia y que cese la estigmatización y la violencia contra los lideres sociales y la criminalización de la protesta.
Luego de los dolorosos acontecimientos de esta semana en Colombia, es menester que se esclarezcan los homicidios y desapariciones y se asignen responsabilidades respecto a las personas que resultaron heridas en el contexto de la represión de las manifestaciones populares. Por esto oramos a Dios y esperamos con fe la justicia, mientras reclamamos que cesen las diferentes formas de violencia contra la población que necesita un Estado solidario y justo, que vele por los derechos y necesidades del pueblo, en pro de una vida digna para todas y todos.
Finalmente, que sea el diálogo, el respeto a la dignidad de la vida de las personas y los pueblos y la participación democrática, lo que nos permita experimentar la realidad anhelada cuando:
« Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel; y el producto de la justicia será lapaz y el fruto de la equidad, una seguridad perpetua. Y habitará mi pueblo en albergue de paz, en moradas seguras y en posadas tranquilas » ( Isaías 32: 16-20).
Que así nos ayude Dios.
En el Espíritu de Jesús,
Rvdo. Jorge Daniel Zijlstra Arduin
Consejo Latinoamericano de Iglesias Presidente en Funciones