Espacio, esa idea que nos transporta a un espacio sideral o que nos conduce a un campo de batalla, ambiguo y sin sentido, o quizás, con mucho sentido.
Hay personas para las que el espacio se transforma en esa lucha diaria que se debe librar constantemente por la vida. Hay espacios que son internos, donde la batalla que se lucha es con uno o una misma, pero hay espacios externos en donde se comparten las vicisitudes de la vida que debemos sostener como uno solo. Hay espacios que van desde una trinchera hasta ese paisaje que nos recuerda que estamos aquí y ahora, en este espacio que llamamos libertad.
Hay espacios solo nuestros, íntimos, guardados en lo más secreto, al que solo nosotros y nosotras podemos llegar. Puede tornarse difícil, tormentoso y angustiante, pero también puede ser también un espacio apacible, grato, que nutre, pero ese es nuestro espacio…nada más. Hay otro espacio, el que decidimos transitar con anhelo, expectativa y esperanza de alcanzar el objetivo propuesto. Aunque también, la senda que nos lleva hacia ese objetivo se bifurca en tramos por los que no he deseamos transitar, aquello externo e involuntario que debemos hacer como parte de lo que sí queremos.
Son espacios que, conjugados con el tiempo, son los míos, son los nuestros y algunos…no serán ni míos, ni nuestros, son espacios paralelos, ese espacio del otro, de la otra, los espacios de los demás. Espacios para compartir para llenar de esperanza, y consuelo, para acompañar en el dolor, en la angustia e inseguridad de este espacio que llamamos vida. Espacios de vida y abundancia que nos mostró Jesús y que nos invita a discriminar para “reconocer” esa diferencia espacial como derecho de los demás.
¿Y el tiempo? ¿Qué diremos del tiempo? Hay para quienes el tiempo es el mejor o peor enemigo. Depende de la lupa que decidamos utilizar. Añoramos los tiempos aquellos que ya no volverán y otros tiempos que no deseamos recordar. Tiempos gratos, tiempos de angustia, tiempos de abundancia y tiempos de escases. Tiempos de duelo, y de dolor, tiempos de pérdida, pero también de educación. Tiempos soñados listos para alcanzar y tiempos benditos de felicidad, de armonía y oportunidad. Tiempo justo y necesario que, por complejo, demanda ese “dar tiempo al tiempo”. Al igual que una planta bajo lluvia o sol, puede crecer muy lozana o limitada, pero crece.
Espacio y tiempo, dos compañeros en mi caminar. Ya sea que los haya invitado (es lo que suele suceder) o que llegan sin preámbulo aparente. Ellos no se dan en el vació, tienen mucho que ofrecer. Nos unen como hermanos y hermanas sin ninguna distinción, de centros y periferias, sin fronteras de exclusión o rechazo. De discriminar, no nos libramos, todos lo hacemos, pero óptimamente, conduciría al reconocimiento de la diferencia de condiciones, de culturas, de bagajes y experiencias.
Tiempo y espacio que lo llenan todo. Nuevas puertas y ventanas se han abierto donde las distancias son cercanas. Son distancias compartidas de pensares y saberes llenando de riqueza los entornos que nos representan. UBL… ese espacio- tiempo, conjugado en un solo lugar. Tiempos- espacios que nos ayuda a crecer, a soñar, a cambiar, a transformar realidades que nos permitan comprender que solo hay un mundo que puede ser mejor. Tiempo y espacio dándonos otra oportunidad de construir y soñar en común, copartícipes de una sola vida y de la misma humanidad. La tarea no es fácil, pero es digna de lograr. Estas puertas y ventanas abiertas siempre estarán, tiempo y espacio que es nuestro para hacer comunidad.
Bienvenidos/as a la UBL, III cuatrimestre 2021