La Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL) se suma con entusiasmo a esta significativa celebración del segundo centenario de la República de Costa Rica. Esta casa de estudios se siente agradecida por la acogida que el país dio a este proyecto educativo en 1923 y por las condiciones que le han permitido contribuir, desde Costa Rica, a la educación y a la promoción humana de cientos de personas de los más apartados rincones del Caribe, los Andes, el Cono Sur, Brasil y Mesoamérica. Ellas y ellos, gracias a su sentido de vocación y entrega, han promovido centenares de poblaciones rurales y urbanas de las más diversas culturas y lenguas, inspirados en el lema del Seminario Bíblico Latinoamericano, ahora UBL: “Por Cristo y la América Latina y Caribeña”.
Es claro que la independencia no es algo que se recibe, sino algo que se logra. Desde este punto de vista, la declaración que se celebra es solo el acto inicial en que desaparece la tutela política formal de un poder colonial europeo. Queda por delante, la tarea siempre permanente de forjar la libertad en la cotidianeidad. Una libertad que presupone instituciones políticas que afirmen y aseguren esos logros. Una comunidad política no vive de máximas generales, sino de instituciones civiles que den expresión concreta a esos valores políticos. Lo logrado por la naciente república a lo largo de estos dos siglos ha posibilitado, en gran medida, la consecución y consolidación de garantías y libertades fundamentales para una democracia. Estos logros se han dado como resultado de luchas sociales, de algunos retrocesos y del esfuerzo sostenido de los más diversos grupos sociales (mujeres, obreros, campesinos), partidos políticos y figuras políticas.
En este sentido, hay una coincidencia fundamental de este proyecto nacional con la idea que inspiró, un siglo después, la formación de lo que hoy día es la Universidad Bíblica Latinoamericana y que, significativamente, inició como una escuela para la formación de mujeres en 1923. Coincidían ambos proyectos en creer en el papel central de la educación, una educación que -en el SBL/UBL - inició siendo abierta igualmente a mujeres y hombres e impartida también por mujeres y hombres. Coincidían estos proyectos, además, en el valor de la promoción de la persona humana, en su vocación por la libertad, en la afirmación de su bienestar material y de la dignidad personal. En la UBL estos valores se centraban y se promovían inspirados en el evangelio de Jesucristo, cuyas palabras resumen su proyecto “He venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Juan 10,10).
El camino recorrido permite valorar los aciertos y falencias en el logro de estas metas. Al pensar en la comunidad política, esta no puede autodefinirse en torno a un grupo étnico, de género, religión u otro. El universo social debe ser necesariamente inclusivo, con espacio para toda persona, toda comunidad cultural, todo sector social. Las metas previstas no pueden dejar de tomar en cuenta los espacios olvidados, los sectores marginales, las poblaciones tradicionalmente tenidas como secundarias. La salud, la educación, la infraestructura material y social deben estar presentes allí donde no existen aún.
Quienes celebramos este bicentenario, nos posicionamos frente al futuro, como aquella primera generación de personas que lo celebraron por primera vez. Tenemos la oportunidad -y la responsabilidad- de dar nuestro mejor esfuerzo para la creación y el mantenimiento de las mejores condiciones de vida posible para la familia costarricense. Una comunidad que busca ser espacio de acogida y refugio para las personas que lo necesiten y que se esfuerza, al mismo tiempo, por dar igual oportunidad para todas aquellas personas que han nacido aquí.