Así como se dijo en la despedida del congreso, esperamos que tantas voces que han debatido y generado conversación durante estos días puedan dar fe de que las posturas cerradas sobre sí mismas, que no escuchan al otro/a ni intentan acercarse a la diferencia, deben ser acompañadas desde la cercanía vital y no contrapuestas como si de una guerra se tratara. No corresponde al Evangelio, ni al mensaje siempre abierto a la escucha, las propuestas que invisibilizan y denigran las diversas formas de vida y de pensamiento o que generan muerte y sufrimiento. Creemos que la polifonía de métodos exegéticos, la pluralidad de aproximaciones hermenéuticas y de perspectivas teológicas, es decir, esta multiplicidad de “palabras”, nos acercan a la inagotable riqueza de la “Palabra” puesta de manifiesto en la vida concreta de los pueblos.